martes, 13 de abril de 2010

Era una mañana...


Era una mañana de principios de verano. Una neblina plateada resplandecía y temblaba entre los tilos. El aire estaba repleto de su fragancia. La temperatura era como una caricia. Recuerdo -no necesito recordar- que me subí a un árbol, me quedé perplejo y me sentí de repente inmerso en ELLO. No lo llamé así. Las palabras eran innecesarias. Ello y Yo eramos sólo uno.

Bernard Berenson.

3 comentarios:

Sankara dijo...

Querido francisco.
Gran lección de Bernard Berenson.
Ello y Yo eramos sólo uno.
ELLO, tu y yo somos sólo Uno.
Un abrazo.

(z) Victoria dijo...

En pocas palabras, tanto! La No Dualidad en estado puro.
Gracias amigo!

Joy B. dijo...

Pura experiencia, querido Francisco!

No hay palabras...

Gracias, amigo, y un abrazo