Era una mañana de principios de verano. Una neblina plateada resplandecía y temblaba entre los tilos. El aire estaba repleto de su fragancia. La temperatura era como una caricia. Recuerdo -no necesito recordar- que me subí a un árbol, me quedé perplejo y me sentí de repente inmerso en ELLO. No lo llamé así. Las palabras eran innecesarias. Ello y Yo eramos sólo uno.
Bernard Berenson.
3 comentarios:
Querido francisco.
Gran lección de Bernard Berenson.
Ello y Yo eramos sólo uno.
ELLO, tu y yo somos sólo Uno.
Un abrazo.
En pocas palabras, tanto! La No Dualidad en estado puro.
Gracias amigo!
Pura experiencia, querido Francisco!
No hay palabras...
Gracias, amigo, y un abrazo
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