sábado, 24 de abril de 2010

Nuestro único problema...


Nuestro único problema, nuestro único pecado consiste en creer que somos alguien, o algo, porque en el mismo momento que nos identificamos con una cosa determinada, automáticamente dejamos de ser todo lo demás. "Ser esto" implica, inexorablemente "no ser aquello". Y así comienza el inagotable juego de las dualidades, las fronteras, los miedos y los conflictos. La única solución está en trascender nuestra identidad separada y, al descubrirnos como nada, ser uno con todo y con todos. Porque sólo cuando no somos nada en particular, somos realmente todo. Al no ser absolutamente nada, no tenemos nada que nos limite, y, de esta forma, toda la existencia se revela como nuestro propio ser. Como explicaba una mística medieval: "El conocimiento de mi nada, me ha dado el todo". Cuando creíamos ser algo, solo éramos unos pobres egos aislados, pero al sabernos nada, somos literalmente infinitos. Al ser algo, teníamos una limitada vida temporal, pero al ser nada somos en verdad eternos. En cuanto algo, éramos tan sólo eso, pero en cuanto nada, somos también todo lo demás y por siempre. Podemos decir, así, indistintamente, que somos nada o que somos todo, que el yo no existe o que es uno con todas las cosas, pues ambas expresiones hacen referencia a una misma experiencia no dual, en la que el engañoso algo ha desaparecido por completo.

José Díez Faixat.

4 comentarios:

(z) Victoria dijo...

Hemos coincidido esta vez con este autor. Deduzco que lo has leído, a mi me parece una certera aproximación. Y el párrafo que has escogido: más claro imposible!
Gracias y un abrazo!

José Manuel dijo...

En efecto, o somos nada o somos todo. Cuando el "yo" se inmiscuye en esa perfecta ecuación, que es lo que ocurre normalmente, pues ya sabemos lo que pasa.
Un abrazo!

Joy B. dijo...

Gracias Francisco por compartir la claridad de este autor.

Me ha encantado!

Un abrazo

Francisco dijo...

Saludos Z., José Manuel, silencio y Joy. Un gran abrazo.