jueves, 29 de abril de 2010

En nuestro hogar.


-¡Ese hábito tan extendido consistente en vivir y morir es un enorme fastidio! suspiró el búho mientras extendía sus alas cansadamente.
-Pues a mí me gusta- apostilló la liebre.
-Quieres decir, supongo, que crees que te gusta.
-¿Cómo podría ser de otra manera?
-El pensamiento- dijo el búho- sólo es una noción de la mente dividida que carece de toda realidad.
-Pero soy feliz- insistió la liebre.
-¡Tonterías sin sentido- interrumpió el búho- No hay ningún tú que pueda ser algo, ni ninguna cosa en la que puedas convertirte.
-¡Qué pena!- dijo suspirando la liebre-. Siempre pensé que la había.
-¡Pensamientos! ¡Pensamientos!- deploró el búho girando completamente su cabeza- Un hábito estéril que ha sido universalmente condenado por los sabios.
-¿Quiénes son esos sabios a los que no les agrada ser perturbados por el pensamiento y cómo es posible alcanzar la sabiduría?
-Quienes son capaces de apercibir- dijo el búho suscintamente- disponen de otra dimensión adicional.
-¿Y cuál es esa dimensión?
-Pués una nueva dirección de visión y de evaluación- explicó el búho.
-¿Y cómo acceden a ella?- preguntó la liebre.
-Cuando se trasciende la conceptualización- respondió el búho-, la mente dividida se reintegra a su totalidad.
-¿Y cuál es la consecuencia de eso?- preguntó la liebre.
-Pues que son capaces de ver directamente- respondió el búho volviendo su cabeza y fijando sus brillantes ojos en la liebre- y también, por supuesto, que ellos están "ausentes".
-¿Cómo?- inquirió la liebre con preocupación- ¿Supongo que quieres decir que están presentes?
-¿Presentes?- preguntó el búho-. ¡Completamente, por descontado!
-¿Completamente?- preguntó la liebre dando un salto de sorpresa- ¿Qué quieres decir?
-¡En mi ausencia conceptual- ululó el búho-, puedo acoger a todos y a todo, AQUÍ, donde YO SOY y donde también ellos están absolutamente en su hogar!

0.0.0. (Wei Wu Wei)

sábado, 24 de abril de 2010

Nuestro único problema...


Nuestro único problema, nuestro único pecado consiste en creer que somos alguien, o algo, porque en el mismo momento que nos identificamos con una cosa determinada, automáticamente dejamos de ser todo lo demás. "Ser esto" implica, inexorablemente "no ser aquello". Y así comienza el inagotable juego de las dualidades, las fronteras, los miedos y los conflictos. La única solución está en trascender nuestra identidad separada y, al descubrirnos como nada, ser uno con todo y con todos. Porque sólo cuando no somos nada en particular, somos realmente todo. Al no ser absolutamente nada, no tenemos nada que nos limite, y, de esta forma, toda la existencia se revela como nuestro propio ser. Como explicaba una mística medieval: "El conocimiento de mi nada, me ha dado el todo". Cuando creíamos ser algo, solo éramos unos pobres egos aislados, pero al sabernos nada, somos literalmente infinitos. Al ser algo, teníamos una limitada vida temporal, pero al ser nada somos en verdad eternos. En cuanto algo, éramos tan sólo eso, pero en cuanto nada, somos también todo lo demás y por siempre. Podemos decir, así, indistintamente, que somos nada o que somos todo, que el yo no existe o que es uno con todas las cosas, pues ambas expresiones hacen referencia a una misma experiencia no dual, en la que el engañoso algo ha desaparecido por completo.

José Díez Faixat.

martes, 13 de abril de 2010

Era una mañana...


Era una mañana de principios de verano. Una neblina plateada resplandecía y temblaba entre los tilos. El aire estaba repleto de su fragancia. La temperatura era como una caricia. Recuerdo -no necesito recordar- que me subí a un árbol, me quedé perplejo y me sentí de repente inmerso en ELLO. No lo llamé así. Las palabras eran innecesarias. Ello y Yo eramos sólo uno.

Bernard Berenson.