sábado, 12 de septiembre de 2009

Cuentos I


Mirar sin interpretar.

El Maestro explicaba a sus discípulos que alcanzarían la iluminación el día en que consiguieran mirar sin interpretar. Ellos quisieron saber en que consistía mirar interpretando. Y el Maestro lo explicó así:

- Dos peones camineros católicos se hallaban trabajando justamente delante de un burdel cuando, de pronto, vieron como un rabino se deslizaba furtivamente en la casa.

- "¿Que vas a esperar de un rabino?" se dijeron el uno al otro.

Al cabo de un rato, el que entró fué un pastor protestante.

- Ellos no se sorprendieron: "¿Qué vas a esperar...

Entonces apareció el párroco católico, que, cubriéndose el rostro con una capa, se deslizó tambien en el edificio. "Es terrible, ¿no crees? Una de las chicas debe estar muy enferma."

El amor desinteresado.

"¿Existe eso del amor desinteresado?" le preguntaron al Maestro. Y este, en respuesta, narró la siguiente historia:

Cuando murió el señor Buenazo tuvo que aguardar a las puertas del cielo mientras los ángeles examinaban los archivos referidos a él. Finalmente el ángel encargado del registro le miró y exclamó: "¡Esto es fabuloso! ¡Es realmente inaudito! ¡En toda tu vida no has cometido ni un solo pecado, ni el más pequeño...! ¡No has hecho más que actos de caridad! ¿En que categoría vamos a incluirte en el cielo? Por supuesto que no en la categoría de ángel, porque no lo eres... Tampoco podemos considerarte un ser humano, porque no has tenido ni una sola debilidad... No hay más remedio que enviarte de nuevo a la Tierra durante un día, para que al menos puedas cometer un pecado... y regresar aquí como un ser humano."

Así fué como el señor Buenazo, disgustado y totalmente perplejo, se encontró de nuevo en una esquina de su ciudad, decidido a alejarse al menos un paso del sendero recto y estrecho. Pasó una hora... dos... tres... y allí seguía el señor Buenazo, preguntándose que demonios tendría que hacer. Por eso, cuando una mujer pasó por allí y le hizo un guiño, el reaccionó con inusitada rapidez. La mujer no era precisamente un dechado de juventud ni de belleza, pero significaba para él su pasaporte al cielo. De modo que se fué a pasar la noche con ella. Cuando amaneció, el señor Buenazo miró su reloj: debía darse prisa, pues no le quedaba más que media hora.

Estaba vistiéndose a todo correr cuando, de pronto, se le heló la sangre al escuchar cómo la buena señora le gritaba desde la cama: "Oh, mi querido señor Buenazo, que inmensa obra de caridad ha hecho usted conmigo esta noche."

La prisa.

Los visitantes quedaban siempre impresionados por la calma con que el Maestro se comportaba.

"Sencillamente", decía él, "no tengo tiempo para tener prisa".

Anthony de Mello.

martes, 8 de septiembre de 2009

Adicción espiritual.


Una persona espiritual se puede volver adicta a subidones espirituales, y de esa forma se pierde la experiencia de la Verdad. La adicción espiritual aparece cuando sucede algo estupendo y lo sientes igual que si estuvieses bajo el efecto de una fuerte droga. En cuanto lo obtienes deseas más. No hay droga más potente que la experiencia espiritual. El componente intelectual de esta adicción te hace creer que si tuvieses suficientes experiencias de este tipo, te sentirías bien todo el tiempo.

...Una persona espiritual está convencida de que no tiene ningún problema, cree que su ebriedad es distinta de las demás y opina que la solución reside en seguir espiritualmente ebrio permanentemente... Este problema perdurará mientras una parte de tí siga esperando el subidón de la experiencia... Te sientes genial durante un breve período de tiempo y después experimentas la reacción contraria... Cuando estas experiencias de subidones y bajones se suceden durante un tiempo suficientemente largo, empiezas a entender que la experiencia del subidón no es más que un péndulo al que le sigue un bajón... Éste es el movimiento del buscador, pero también es el movimiento del yo, pues siempre está interesado en las reacciones opuestas y en las iguales, y siempre está intentando mantener una experiencia y evitando otras... Mientras la identidad siga ligada a este movimiento, aunque estés en un subidón espiritual que te parezca muy noble, nunca llegarás a ser libre. Así no podrás ser libre, pues no podrás mantener la experiencia. Por su propia naturaleza, la libertad no tiene nada que ver con el mantenimiento de una experiencia concreta, pues la naturaleza de la experiencia reside en el movimiento... El yo personal cree que cuando se siente mejor está más cerca de su verdadera naturaleza y que cuando se siente mal está más lejos.

...La naturaleza de la experiencia consiste en cambiar o agitarse como las olas del mar. Se supone que eso es lo que debe hacer. La identidad empieza a salir del "yo", del buscador, para perseguir alguna experiencia en particular, hasta que llega, precisamente, a esto. Precisamente a esto. El centro está siempre aquí mismo. El centro ha estado aquí desde siempre. El buscador era el único que insistía en intentar llegar al centro de la experiencia espiritual del subidón... Aunque tu experiencia emocional o psicológica sea muy ordinaria, infeliz o extraordinaria, el centro seguirá estando aquí mismo. Y sólo desde aquí podrás empezar a asimilar que todo es una expresión del centro. Todo. Ninguna expresión es más auténtica que otra, pues en su centro no existe buscador alguno. Aquí mismo no hay nada. Todo es Uno.

Descubrirás que en ese centro no hay ningun yo. Sin ese yo en el centro, nadie puede juzgar si una experiencia determinada es la adecuada o si es espiritual... Todo es una expresión de ese centro y no hay nada separado de él.

...Cuando veas que el centro está vacío y que no contiene a nadie intentando ser otra cosa, te darás cuenta de que es mucho mejor que el mayor subidón espiritual. La verdad es igual de agradable, pero infinitamente más libre.

Adyashanti.