viernes, 24 de julio de 2009

Si despertamos...


Si despertamos de las tonterías del ego y volvemos a fluir con la Vida viviremos una vida completa e íntegra. Sabremos lo que significa amar verdaderamente y la compasión será el estado constante de nuestro corazón y de nuestra mente.
Tú no tienes el control. Nunca tendrás el control. Tienes que marcharte. Eres sólo una idea de alguien que vive en un cuerpo de carne y hueso. En el fondo sabes que eres una impostura. Eso te inquieta, pero no puedes enfrentarte a ello abiertamente. Tienes demasiado miedo para verlo abiertamente. Tienes demasiado miedo para verlo directamente. Temes que signifique tu muerte. Los árboles del bosque no temen ninguna pérdida. La pérdida personal no tiene ningún significado para el que ha despertado. Nosotros somos los bosques; somos la Tierra, el Cielo y todo lo que llena este maravilloso Universo. El ego puede morir, nosotros no. Cuando oímos el canto de un pájaro en la profundidad del bosque, el pájaro, el canto y el bosque somos nosotros. Es lo que somos en cuanto la Vida Misma. Cuando el cuerpo muere y se descompone, esa Conciencia sigue estando Consciente. No puede acabar. De modo que déjate ir. ¿Quién se sigue aferrando, y por qué? Conviértete en la voz del bosque, en el sonido de las olas, en el calor del sol, en el amor de las risas de los niños y en todas las infinitas maravillas que constituyen el mundo real. Abandona tu ridículo ego ilusorio y descubre lo que eres en realidad: Vida.

Melvyn Wartella.

jueves, 16 de julio de 2009

De repente me di cuenta...


De repente me dí cuenta de que un error muy común que suele cometerse en el tipo más elevado de meditación -es decir, aquella que tiene como propósito la Liberación- es el de buscar un objeto sutil de Reconocimiento, o lo que es lo mismo, algo que pueda experimentarse. Por supuesto, de la falsedad de semejante postura ya sabía yo desde hacía mucho tiempo, teóricamente; sin embargo, no había sido capaz de reconocerla (esta es una sutil pero importantísima diferencia). Al instante, me desprendí de toda expectativa de que ocurriera algo. Entonces, con los ojos abiertos y sin que ningún sentido hubiera dejado de funcionar -y, por lo tanto, sin ninguna clase de trance-, abstraje el momento subjetivo, el factor "Yo Soy" o "atman" del colector total de la consciencia objetiva. En esto puse la atención. Naturalmente, comprendí lo que, desde un punto de vista relativo, son la Oscuridad y la Vacuidad. Pero comprendí que son Luz y Plenitud Absolutas, y que yo era Eso. Obviamente, no podría decir que era Eso en Sí mismo, por Su propia naturaleza, pues las formas relativas de la consciencia inevitablemente distorsionan la Consciencia no relativa. No es sólo que no pueda decírselo a los demás, sino que ni siquiera soy capaz de albergarlo en mi propia consciencia relativa, ni de sensación ni de sentimiento ni de pensamiento... Estaba preparado incluso para que la consciencia personal no tomara parte en absoluto de aquel Reconocimiento; sin embargo, felizmente, aquella aceptación se vió defraudada... Me hallaba por encima del universo; no quiero decir que hubiera abandonado el cuerpo físico y vagara por el espacio, sino que estaba por encima del espacio, del tiempo y de la causalidad. Fué como si mi karma, mi responsabilidad individual, se desprendiera de mí. Me sentí intangible y, a la vez, maravillosamente libre. Era conocedor de este universo, y no estaba atado a él. Los deseos y las ambiciones fueron haciéndose cada vez más difusos; ningún honor mundano tenía el poder de exaltarme; la vida física carecía del menor atractivo. Despues, durante los días siguientes, me encontré repetidamente sumido en profunda reflexión, albergando pensamientos tan abstractos que no existían conceptos para representarlos. Fue como comprender una auténtica biblioteca de Conocimiento, todo él menos concreto que las más abstractas matemáticas. La personalidad reposaba en un suave resplandor de felicidad, que, al tiempo que era muy suave, tenía una potencia capaz de difuminar el más persuasivo placer sensual; asimismo, la sensación del dolor del mundo se consumió. Miré el mundo desde arriba, por así decirlo, y me pregunté: "¿Qué tiene importancia dentro de él? ¿Qué merece la pena hacer?". Y encontré una sola respuesta: hacer que otros comprendieran lo que yo había comprendido, pués en ello está la única clave realmente capaz de resolver todos sus problemas. Las pequeñas tragedias de los hombres me dejaban indiferente. Vi una única y terrible Tragedia, que era causa de todas las restantes, y era que el ser humano no supiera ver su propia Divinidad. Y vi una única solución: la Realización de esa Divinidad.

Franklin Merrell-Wolff.

martes, 14 de julio de 2009

Kali Baaba.


¿Es usted un santo?
Soy un Said

¿De que parte de África?
De Tanzania

¿Cuál es el objetivo de su visita a India?
Hablar con usted

¿Cuál es su mensaje para las generaciones jóvenes en India o el mundo?
Un mensaje importante. Conocer y darse cuenta de que no hay dualidad, en otras palabras, no hay un camino completamente opuesto a otro. Cuando hablamos de dualidad hablamos de separación. Ningún humano, ni religión ni dharma es distinto a otro. Hay muchos granos de arena, cada uno es diferente pero juntos hacen la playa. La playa sirve al océano y debemos recordar que no hay separación, este es el mensaje.

En India, hay gente que deja todo y te observa. ¿Cree que esto les puede ayudar en su camino espiritual?
Depende de lo que vean y sientan. Si vienes a entender o a aprender es diferente de si sólo vienes a ver o a pasarlo bien. Se debe venir desde el corazón, la mente no es suficiente, la mente debe ir unida al corazón.

Encantado de conocerle, ¿cuál es su nombre?
Kali Baaba

¿Cuánto tiempo lleva en el camino espiritual?
Alrededor de 45 años

¿Y cuántos años tiene usted?
Más de 50

Desde los 5 años, ya está en él. Rezamos por usted para que pueda vivir durante 100 años.
Yo nunca moriré.

Eso es cierto
Así como usted

Si…
La muerte no es el cambio hacia el fin, sino el cambio hacia el comienzo. No hubo un tiempo en el que nací, no puede haber un tiempo para morir, porque este cuerpo no soy Yo, es solo un vehículo, un instrumento y viviré para siempre. Lo más importante es darse cuenta de la Verdad de Quien Soy Yo.

Ol Doinyo Laetolile Baaba (Kali Baaba).

domingo, 12 de julio de 2009

Una niña pregunta acerca de la muerte.


Una tarde, Katz, un gato negro con una mancha blanca en la punta de la cola, que vivía en el Centro Zen de Cambridge, murió tras una larga enfermedad. La hija de uno de los discípulos de Seung Sahn, de siete años, estaba disgustada por su muerte. Después del entierro y de cantar al Buda Amida fué a entrevistarse con Seung Sahn:

- Seung Sahn dijo: "¿Alguna pregunta?"

- Gita dijo: "Sí, ¿qué le pasó a Katzie? ¿A dónde fué?"

- Seung Sahn dijo: "¿De dónde vienes?"

- "Del vientre de mi madre."

- "¿De dónde viene tu madre?"

Gita permaneció silenciosa.

Seung Sahn dijo: "Todas las cosas de éste mundo provienen de la misma única cosa. Es como en una fábrica de galletas. Allí se fabrican muchas clases de galletas, como leones, tigres, elefantes, casas, personas. Tienen nombres y formas distintas pero están hechas de la misma pasta y tienen el mismo sabor. Así todas las cosas distintas que ves, un gato, una persona, un árbol, el sol, este suelo, son realmente la misma."

- "¿Qué son?"

- La gente les da nombres diversos, pero en sí mismas no tienen ningún nombre. Cuando piensas, todas las cosas tienen distintos nombres y distintas formas. Pero, cuando no piensas, todas las cosas son lo mismo. No hay palabras para referirse a ellas. La gente crea las palabras. Un gato no dice: "soy un gato". El sol no dice: "mi nombre es Sol". La gente dice: "esto es el sol". Por lo tanto, cuando alguien te pregunte: "¿Qué es esto?", ¿cómo deberías responder?

- No debería usar palabras.

- Seung Sahn dijo: "¡Muy bien! No deberías usar palabras, así que si alguien te preguntase: "¿Qué es Buda?", ¿cuál sería una buena respuesta?

Gita permaneció silenciosa.
Seung Sahn dijo: "Ahora pregúntame tú a mí".

- "¿Qué es Buda?"
- Seung Sahn golpeó el suelo.
- Gita rió.
- Seung Sahn dijo: "Ahora yo te pregunto a tí: ¿Qué es Buda?
- Gita golpeó el suelo.
- Seung Sahn dijo: "¿Qué es Dios?"
- Gita golpeó el suelo.
- ¿Qué es tu madre?"
- Gita golpeó el suelo.
- ¿Qué eres tú?
- Gita golpeó el suelo.

-¡Muy bien! Esto es de lo que todas las cosas del mundo están hechas. Tú, Buda, Dios, tu madre y todo el mundo sois lo mismo.

Gita sonrió.

- Seung Sahn dijo: "¿Más preguntas?"
- Todavía no me ha dicho donde se fué Katz.
Seung Sahn se inclinó hacia adelante, la miró a los ojos y dijo: "Ya lo sabes".
Gita dijo: "Ah", y golpeó el suelo muy fuerte. Entonces prorrumpió en carcajadas.
Seung Sahn dijo: "¡Muy bien! Así es como debes contestar a todas las preguntas. Esta es la verdad".
Gita hizo una reverencia y se marchó. Cuando estaba abriendo la puerta, se volvió hacia Seung Sahn y dijo: "Pero no voy a contestar así cuando esté en la escuela. Daré respuestas corrientes".
Seung Sahn rió.

Seung Sahn.

sábado, 11 de julio de 2009

Entrevista con Sri Ramana Maharshi.


...Nos encontramos frente a un hombre anciano, de aspecto bondadoso, ingenuo y casi infantil, pero profundamente emaciado y enfermo. Se nos aseguró que un sarcoma del brazo está devorándolo rápidamente, a pesar de tres operaciones ya practicadas en él. Sus piernas atrofiadas por la larga inmovilidad meditativa de más de cincuenta años no logran sostenerlo. No puede caminar y cuando se desplaza tiene que ser llevado casi en peso por sus discípulos más intimos. Moreno el rostro, blanco el cabello y blanca la barba que se deja crecer discretamente en punta, su expresión facial se ve alumbrada extrañamente por dos ojos grandes y obscuros que parecieran quemar cuando miran, pero que en realidad acarician con una expresión indefinible. Nunca hemos visto ojos semejantes, y cuando su mirada se posa en nosotros, no sólo comprendemos que estamos siendo "leídos" completamente, sino también que toda la bondad del mundo, todo el consuelo y toda la compasión de la tierra se derrama sobre nosotros. Al sentir la mirada de aquellos ojos inmensos se aceptan sin discusión todos los milagros que se cuentan sobre él y se comprende fácilmente lo que las gentes experimentan en su presencia y que va desde el trance místico hasta la hipnosis completa.
Preguntamos al intérprete y discípulo predilecto si nos sería permitido dirigir algunas preguntas al Gurú. Después de consultarlo, en voz muy baja, con su maestro, nos responde afirmativamente. Decimos entonces lo siguiente, improvisando con rapidez algunas frases que vienen a nuestra mente, pues la verdad es que nunca creímos que se nos permitiría dialogar con el Gran Yogi de la India moderna.
- Maestro venerado: hemos viajado por todo el ancho mund0 estudiando las viejas religiones y filosofías, esforzándonos por descifrar e interpretar en libros de la sabiduría antigua una cosa fundamental: la Verdad. La fama de vuestro nombre se ha extendido por todos los países y ha llegado hasta nosotros a través de escritores ilustres y de discipulos vuestros, y por eso hemos venido hasta aquí. ¿Podríais vos decirnos cuál es la Verdad, la filosofica Verdad? ¿Dónde se encuentra la Verdad?
...
En esos momentos, mediante un momento de split-personality, nos damos cuenta de que, en realidad, lo que queríamos preguntar al santo hindú no era lo que nuestros labios acababan de pronunciar, sino algo mucho más profundo y más íntimo: lo que básicamente queríamos pedirle era una fórmula, un camino para obtener paz en la mente, serenidad en el juicio y en la acción, sabiduría verdadera en una palabra, la sabiduría de los yogis. El silencio se prolonga tanto que pareciera que el Gurú no va a responder a nuestra pregunta. Adelina del Carril y la esposa del autor, que están arrodilladas más atrás, han confesado después que la angustia que ellas experimentaban en esos momentos era mortal, pues se daban vagamente cuenta de que en ese silencio preñado de posibilidades todo podía acontecer, incluso un milagro. Tentados estabamos ya de repetir nuestra pregunta o de decir cualquier otra cosa para vencer esa terrible tensión, cuando he aquí que los labios del yogi se han abierto y en voz muy baja comienza a decir algunas palabras en lengua que no entendemos. El intérprete rápidamente traduce entonces:

- La paz, la serenidad, la armonía son el estado normal de la conciencia. Quién, como usted es médico, sabe que, así como la salud es el estado normal del cuerpo, igualmente la paz es el estado normal del espíritu. Cuando no hay paz, ello traduce un estado anormal, una enfermedad del espíritu, del mismo modo que la fiebre expresa un trastorno del cuerpo. Ahora bien, ¿qué es lo que produce ese trastorno, ese estado artificial de la conciencia?: la mente. Averigûe usted qué es la mente y encontrará el camino de la serenidad y la sabiduría que usted ambiciona alcanzar...
La impresión que esas palabras nos producen es indescriptible. Para nuestras acompañantes, la respuesta no tiene relación alguna con nuestra pregunta y carece de sentido. Pero nosotros nos damos perfecta cuenta, instantáneamente, de que el Gurú no está contestando la pregunta que de palabra le formulamos, sino que está respondiendo directamente a nuestro pensamiento.

- Le decimos entonces ¿Cuál es la mente que obstruye el camino hacia la serenidad del espíritu? ¿La mente individual, nuestro ego, nuestra personalidad, o bien la Mente Universal en sus designios inescrutables?
El filósofo se sonríe levemente y dice:

- Mente Universal y mentes individuales son una sola cosa... No hay mentes distintas. Los egos son solo fragmentos de la Mente Universal adheridos a las cosas materiales. Cuando la Conciencia Pura se adhiere y fija al ego cargado de tendencias y apetitos, entonces la paz se pierde, de la misma manera que se enturbia el agua de un estanque cuando se arrojan piedras en su seno transparente.
Hace una pausa y luego dirigiéndose al intérprete le dice que nos traiga un folleto que el dictó apenas cuando tenía veinte años y que se llama: "¿Quién soy?" ("Who am I?"). Cuando éste vuelve, le dice que nos lo entregue y que lo leamos con la mayor detención, frase por frase, palabra por palabra.
...
Repetimos entonces nuestra primera pregunta:

- Maestro, ¿cuál es el camino de la Verdad? ¿Existe una ruta para encontrar la Verdad última, o sea, Dios?
El sabio responde:

- Eso nadie puede decírselo. Tiene que ser encontrado por sí mismo, por cada cual, investigado paciente y heroicamente, a solas y sin desfallecimientos. Hay que encontrar primero lo que uno es y entonces se encuentra el camino de Dios, pues Dios está en nosotros mismos y no en otra parte.

Nos levantamos agradeciéndole que nos haya hecho el don de sus enseñanzas. Adelina del Carril, que está llorando copiosamente, coge de la mano al pequeño Ramu, su hijo adoptivo, y se acerca al santo para que bendiga a ambos. Salimos al aire caliente de Tiruvannamalai. Uno que otro discípulo transita por las anchas avenidas del Ashram, sumido en meditación en esta hora caliginosa de la siesta. En la lejanía del paisaje se destaca el enhiesto perfil del monte Arunachala, encarnación de Shiva y ancestro directo del Maharshi. Emprendemos el regreso y es ya de noche cuando arribamos a Bangalore... Al amanecer del siguiente día, tomamos el avión para Delhi. Todo ha pasado en pocas horas, pero la realidad de aquella escena es tan intensa que todo lo demás nos parece ahora irreal.

Juan Marín.

martes, 7 de julio de 2009

Samadhi.


Desvanecidos ahora los velos de la luz y de la sombra,
evaporada toda estela de tristeza,
lejanas ya las auroras de la alegría fugaz,
ausente el difuso espejismo de los sentidos.
Amor y odio, salud y enfermedad, vida y muerte:
han perecido las sombras de falsedad representadas en la panatalla de la dualidad.
acallada ha quedado la tormenta de maya
al contacto con la varita mágica de la intuición profunda.
Presente, pasado y futuro no existen ya para mí;
sólo un presente eterno, un Yo que lo llena todo, Yo en todas partes.
Planetas, estrellas, polvo de estrellas, Tierra,
erupciones volcánicas de cataclismos finales,
hornos cristalizadores de la Creación,
glaciares de silenciosos rayos x, aluviones de electrones ardientes,
pensamientos de los hombres todos -pasados, presentes y por venir-,
cada brizna de hierba, yo, la humanidad,
cada partícula de polvo universal,
la ira, la codicia, el bien y el mal, la salvación y la lujuria,
todo lo digerí, todo lo transmuté
en un vasto océano de sangre de mi propio y único Ser.
La dicha que ardía lentamente, y que la meditación avivó
hasta enceguecer el humo mis ojos llorosos,
estalló en inmortales llamas de beatitud
que consumieron mis lágrimas, mis confines, mi todo.
Tú eres yo, yo soy Tú:
¡Cognoscente, Conocedor y Conocido son Uno!
¡Tranquilo e inmutable entusiasmo, paz eternamente viva, siempre nueva!
¡Gozosa beatitud del samadhi, que ni la más elevada expectativa puede imaginar!
No es estado inconsciente
o anestesia mental sin retorno voluntario
el samadhi, sino que extiende mi reino consciente
más allá de los límites de mi marco mortal
y hasta el más lejano límite de la eternidad.
donde Yo, el Mar Cósmico,
contemplo al pequeño ego que flota en mí.
Se oye el murmullo de los átomos en movimiento;
la tierra oscura, las montañas y los valles, ¡quién lo hubiera imaginado: se funden y fluyen!,
las aguas de los mares ¡se transforman en vapores de nebulosas!
y sobre los vapores sopla el Aum, rasgando prodigiosamente sus velos.
Los océanos se revelan como electrones luminosos
hasta que, con el último redoble del tambor cósmico,
las luces más bastas, se desvanecen, y quedan sólo los rayos eternos
de la omnipresente beatitud.
De la dicha vine, por la dicha vivo, y en sagrada dicha me diluyo.
Océano de la mente, bebo todas las olas de la creación.
Los cuatro velos de lo sólido, lo líquido, el vapor y la luz
benignos se elevan libres.
Yo, presente en todo, entro en el gran Yo Mismo;
Han desaparecido para siempre las intermitentes sombras danzantes de la memoria mortal.
Inmaculado está mi cielo mental: abajo, delante, y en lo más alto.
La eternidad y yo: un rayo unido.
Un imperceptible espasmo de risa: soy ahora el propio Mar de la Alegría.

Paramahansa Yogananda.

domingo, 5 de julio de 2009

El anhelo de perfección.


Cuando está presente la sensación de "yo", con sus profundos sentimientos de insuficiencia y falta, con su insaciable búsqueda de perfección y seguridad, es imposible ver con libertad. Cuando pienso acerca de mí, siempre está presente ese sentimiento de imperfección.
La idea de "yo", es por necesidad, incompleta. Toda idea es incompleta. No existe una idea completa. El pensamiento viene de recuerdos fragmentados que jamás podrían capturar la vivacidad del momento. Por más que piense acerca de mí, de lo que soy, de cómo soy, de lo que llegaré a ser, nunca es la totalidad viviente, porque soy inmensamente más que los pensamientos, imágenes y sentimientos fragmentados que tengo de mí.
El pensamiento y el sentimiento no pueden ser completos. La totalidad de la vida no se puede captar en pensamientos o sentimientos. La mente está constantemente tratando de hacerlo, pero no puede. Vivimos en pensamientos y sentimientos, solos y con otros que están condicionados del mismo modo.
Del pensamiento-sentimiento de imperfección surgen el deseo y el temor. El deseo de perfección y el temor de no ser perfectos. El deseo de encontrar significado y propósito. Deseo y temor. Si observamos con atención, vemos que no existe un sólo instante desprovisto de cierto deseo o temor. Aún en momentos en que nos sentimos completos, realizados, aparece el deseo de más o el temor de que la situación termine. Deseamos mantenerlo, prolongarlo. Todo esto proviene del sentimiento de imperfección que inevitablemente acompaña a la idea de "yo" como entidad aislada, separada.
Y también está el tratar. Tratar de completarse, tratar de perfeccionarse a través del pensamiento: los senderos espirituales, los ejercicios, las prácticas impuestas, ya sea autoimpuestas o impuestas por una disciplina a la que nos adherimos con el fin de completarnos en el tiempo. Son sólo pensamientos. ¿Nos damos cuenta de ésto? Tanto la imperfección que nos hace sufrir como la perfección que buscamos son ideas, imágenes.
Todo es una huída de lo que está sucediendo verdaderamente ahora, en este mismo instante: la mera presencia sin carencias, que todo lo abarca; vasta, indivisible, inconcebible.

Toni Packer.