martes, 29 de mayo de 2012

Una vez más en la brecha, queridos amigos...

  No hay ego ni yo objetivo. Nada de esa índole puede ser convertido en un objeto. Ni siquiera el lenguaje puede admitirlo.

  ¿Quería el Buda transmitirnos algo cuando insitía en la completa inexistencia del "yo"

  Yo soy, pero no soy, nunca he sido y nunca seré un objeto.

  Nuestro estado de esclavitud aparente se origina, pues, en la identificación con una objetivación imaginaria del "yo". Así es como me identifico con mis yoes y así es también como todos los seres sensibles devienen mis yoes. Cuando pensamos o hablamos desde el objeto con el que nos identificamos ilusoriamente, estamos convirtiendo al sujeto en un objeto.

  Es por ello que la desidentificación -o el despertar del sueño objetivo de la vida- no puede ser el resultado del pensamiento ni del lenguaje.

  ¿Qué es lo que soy, puesto que nunca puedo ser un objeto?
Evidentemente, esto es algo que nunca puedo llegar a pensar y, mucho menos, a nombrar, sin convertirme, para ello, en eso que no soy.

  Quizá podemos decir, "Soy un yo sin mi" o "Soy el yo puro", ya que no existe el tú. Lo cierto es que yo soy, aunque de hecho, no hay yo.

  Casi todos nos pasamos la vida buscándonos como si fuésemos un objeto separado de nosotros mismos como, por ejemplo, la Verdad, el Absoluto, Dios, el Tao o la Mente Pura. ¿Pero acaso no es ése el colmo de la estupidez? La idea del "yo" o del "ego" es manifiestamente absurda, un imposible lingûístico. No obstante, aunque no hay "yo", yo soy.

  Si ha quedado suficientemente claro, debemos ser capaces de ver que lo que estamos buscando no es eso sino esto... y que esto únicamente es "yo soy". No hay eso, esto, yo, otro, ser humano, Dios, Buda, Tao, Absoluto, Realidad, Irrealidad, "tú" o "yo". Yo no soy un objeto, mientras que tú eres el yo puro. Yo no soy sino una completa ausencia.

  Hemos completado el círculo: lo buscado es el buscador y no existe ninguno de ambos. El resto es esclavitud.

Wei Wu Wei.