
Para usar otra metáfora, eres el actor y no el papel. Alguien que vé su propio y limitado papel -su ego- como una realidad se encuentra en la misma situación que la de un actor hipnotizado que interpreta a un villano y se identifica tanto con él que olvida quién es en realidad. Cuando se libera de ésta ilusión hipnótica, se da cuenta que el villano nunca existió. Sería incorrecto decir que el villano ha descubierto que es, en realidad, el actor. Es el actor el que ve que no es, ni ha sido nunca, el villano. Nada le impide continuar interpretando ese papel, pero ya no pensará que él mismo es el villano.
Decirle a un buscador que él es el Actor Universal (o Eso) puede llevarlo a la conclusión de que él -Juan Pérez- es Eso. Eso aparece bajo la forma de Juan Pérez, pero Juan Pérez no es Eso de la misma forma que la ola es un "acto" del océano pero el océano no es un "acto" de la ola...
Volviendo a nuestra metáfora, el actor puede "conocer" a ese personaje llamado Juan Pérez pero Juan Pérez nunca podrá conocer al actor. El actor que aparece como Juan Pérez es lo eterno, y permanece inalterado sea cual sea el papel que interprete, sea Julio César, Mahatma Gandhi, Juana de Arco o la dependienta de la confitería. Juan Pérez es el papel temporal y no tiene ninguna existencia aparte del actor que lo interpreta.
Esto quiere decir, una vez más, que tú -como Juan Pérez- nunca podrás "comprenderlo", nunca podrás lograr la iluminación. Nunca se puede ver aquello que ve, tú siempre eres el sujeto de ese "ver". Detrás de la ilusión de ser Juan Pérez, la Iluminación o la Autorrealización ya está presente.
Leo Hartong.