martes, 21 de septiembre de 2010

Sufi.


- Alguien llegó a la puerta del Amigo y llamó.

- ¿Quién es?
- Soy yo.

El Amigo replicó.

- Vete. En esta mesa no hay lugar para carne cruda.

Así, el peregrino continuó su camino durante un año.
Nada, excepto el fuego de la separación,
puede transformar la hipocrecía y el ego. Aquella persona volvió,
completamente abrasada,
caminó delante de la casa del Amigo de un lado al otro,
y llamó suavemente.

- ¿Quién es?
- Tú.
- Entra, por favor, mi Yo,
para dos no hay lugar en esta casa.

Rumi.

- En el mercado, en el convento, sólo a Dios vi.
En el valle y en la montaña, sólo a Dios vi.
A Él vi a menudo junto a mí en momentos de tribulación.
En gracia y fortuna, sólo a Dios vi.
En oración y ayuno, en adoración y contemplación,
en la religión del profeta, sólo a Dios vi.
Ni alma, ni cuerpo, ni circunstancia ni substancia,
ni cualidades ni causas, sólo a Dios vi.
Cual vela en Su fuego me derretí;
entre las llamas centelleantes, sólo a Dios vi.
Con mis propios ojos, a mí mismo más claramente vi,
mas al mirar con los ojos de Dios, sólo a Dios vi.
desaparecí en la nada, me desvanecí.
Y, he aquí, que yo era el Todo-Vida: sólo a Dios vi.

Bâbâ Kûhî.

1 comentario:

(z) Victoria dijo...

Magníficos, versos e imagen del Ojo de Dios.
Gracias Francisco y un abrazo!