viernes, 19 de diciembre de 2008

En el centro


La función se termina cuando nos damos cuenta de que es una función. Cuando vemos claramente que la historia es un cuento, que el que cuenta la historia es ficticio, que el "yo" es un cuento, entonces cae el telón. El aplauso es ensordecedor sólo en su absoluto silencio.

Hemos descubierto que en el centro de nuestra existencia no hay un centro, sino que, como la probervial cebolla, a medida que vamos pelándola capa a capa vamos descubriendo que nos acercamos a un vacío. No hay nada en el centro.

Puede que utilicemos la palabra "nada", pero no es eso lo que se encuentra en nuestro centro. Podríamos decir que es amor, o consciencia, o un inmenso campo consciente en el cual surgen todas las cosas, incluyendo la idea misma de un "yo" separado.

Lo que es en el centro no puede expresarse con el lenguaje. No es un sujeto ni un objeto, no es un pensamiento o una palabra. No es dividido, de modo que no puede ser objetivado. No es poseído, de modo que no puede ser mío.

Aquí, finalmente, descubrimos la vida misma. Ser sin hacer, un texto silenciado, la mayor historia jamás contada.

Steven Harrison.

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