jueves, 13 de noviembre de 2008

La meditación del contemplar el cielo.


Búscate un lugar cómodo afuera, preferiblemnte con vistas. Cierra los ojos. Realiza una serie de inspiraciones y relájate. Descansa de manera natural sintiéndote en paz con tu cuerpo.

Deja que toda experiencia sensorial se desvanezca, como nubes en un inmenso y diáfano cielo. Quédate en calma. Todo es, aquí mismo. Relájate y sé. No hay nada que hacer, nada que descubrir, nada que lograr o comprender. Solo sé presente. En tu hogar, en paz. Deja que tu aliento entre y salga a su ritmo. Deja que el cuerpo y la mente se acomoden en su sitio de modo natural, a su tiempo.

Ahora, lentamente abre los ojos y elévalos hacia el cielo. Contempla sosegadamente, con mirada tranquila, el cielo infinito. El espacio, al igual que la mente no tiene ni principio ni final, ni interior ni exterior, ni verdadera forma, ni color, ni tamaño, ni apariencia. Abándonate y relaja la mente. Déjala disolverse en esta infinita, vacía y vasta consciencia.

Deja que los pensamientos, sentimientos y sensaciones vengan y vayan con total libertad, desechándolo todo en esa mente inmensa como el cielo. Abandónate. Sé. En paz. Simplemente. En la vasta, vacía y perfecta vacuidad del cielo. Ésta es la prístina consciencia, la innata Gran perfección.

Lama Surya Das.

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